La sociedad envejece. La esperanza de vida aumenta y cada vez, el ser humano es más longevo. Esto es una buena señal. Sobre todo cuando llegas a la vejez en pleno uso de tus facultades y gozando de una buena salud.
Años atrás, el cuidado de los abuelos, era tarea de los hijos. Si nuestros mayores necesitaban atenciones concretas, se llevaban a casa de los hijos. En muchas familias, pasaban temporadas con un hijo y temporadas con otro.
Había diversidad en la forma de afrontar el hecho de que los padres, ahora ya personas mayores, eran quienes necesitaban el cuidado de los hijos y no al revés. Lo menor frecuente, era llevarlos a una residencia o poner a alguien a su cuidado.
Lejos quedan ya los asilos donde acababan muchos de esos padres que, desprovistos de recursos, no tenían más remedio que pasar el resto de sus días en lugares bastante tristes y casi siempre en soledad.
En pleno siglo XX, con tantos avances en cuestión de salud, las personas mayores, en su mayoría gozan de una vida más plena. Ellos mismos deciden donde quieren pasar el resto de sus días mientras se encuentren en condiciones.
Desde Nuestra Señora del Rosario, nos cuentan como los abuelillos, en muchas ocasiones toman libremente la decisión de ingresar en una residencia de ancianos. Son muchas las razones por las que prefieren estar en estos centros antes que en sus casas o con los hijos.
Algunos de los residentes, coinciden en que no quieren ser carga para sus hijos y en los centros están muy bien atendidos. Conservan parte de su independencia, no están solos y tienen todas las comodidades.
Otros ancianos se encuentran en residencias porque no son capaces de valerse por sí mismos al cien por cien y los hijos, no pueden brindarles los cuidados necesarios.
Cada persona tiene sus razones para estar en una residencia. Lo importante es que sean cuales sean esas razones, la decisión de estar ahí, sea consensuada. Lo mejor para una persona, tenga la edad que tenga es ser libre de poder tomar sus decisiones. Eso ayuda mucho a mantenerse saludable y tener buen ánimo que es muy importante.
Ahora, después de una pandemia en la que hemos visto el trato inmerecido que han sufrido los mayores en las residencias, se ha cobrado conciencia sobre este aspecto. A los abuelos, hay que cuidarlos, estén donde estén.
Centros de día para nuestros mayores
También encontramos ancianos que no quieren ir a una residencia porque les gusta estar en su casa. Ni siquiera necesitan ayuda de los hijos continuamente, pero requieren alguna atención especial, o simplemente, necesitan compañía un tiempo cada día.
Para estos casos, existen los centros de día o estancias temporales. Aquí, los abuelillos, realizan actividades, pasan tiempo con amigos, pasean etc. Si necesitan atención especial se les brinda y están perfectamente atendidos por el personal sociosanitario.
Generalmente, son recogidos en sus casas para acudir al centro y luego los llevan de vuelta. La mayoría, realizan actividades que propician el desarrollo cognitivo, mejoran su funcionalidad y ejercitan tanto la mente como el cuerpo. Siempre en la medida de lo posible y dentro de lo que sea necesario.
En los centros de día, puedes encontrar a los abuelos echando una partida de cartas, leyendo o escuchando música. Conversando entre ellos sobre sus vivencias y seguramente, quejándose de la comida que les dan o alabándola según el día.
Como en casa en ningún sitio
Los más afortunados, pueden seguir viviendo en sus casas hasta que les llega la hora. Algunos mayores, no se rinden a las comodidades de las residencias; tampoco requieren de un centro de día pues ellos siguen llevando a cabo las tareas cotidianas.
Cuando se da esta situación, tampoco conviene descuidarles. Puede que haya personas mayores que no quieran aceptar su edad y se fuercen a seguir con sus tareas. Eso está muy bien pero conviene por igual, brindarles algún tipo de apoyo.
Puede darse el caso de que los hijos o nietos no pueden ayudar a sus mayores o acudir a visitarles. A veces simplemente las circunstancias no acompañan, o el abuelillo no tiene familia. En estos casos, siempre se puede recurrir a contratar algún profesional o solicitar algún tipo de ayuda social.
Hay numerosas posibilidades: por horas, por días, internos. Algunos voluntarios que se ofrecen a acompañar a los mayores un rato cada día. Estudiantes que acompañan a los ancianos cuando vienen de fuera a estudiar…
Independientemente de la situación que se dé, los mayores tienen que estar bien atendidos, cómodos y felices. Da igual si es en una residencia, acudiendo a un centro de día o en su propia casa.