Ayuda profesional para superar problemas de pareja

Los problemas de pareja cuando surgen son uno de los asuntos que más nos preocupan. Tu pareja y tú, en el fondo, os seguís queriendo, pero cuando estáis juntos os hacéis daño. Lo habéis intentado solucionar, pero estáis metidos en un bucle que se repite una y otra vez. Tal vez sea el momento de recurrir a una terapia de pareja, un profesional, que desde fuera, objetive la situación y os dé herramientas para salir del callejón en el que os habéis metido.

Sois los mismos que un día os enamorasteis, los mismos que decidisteis compartir vuestra vida. El tiempo no transforma completamente a las personas, puede cambiar la superficie, pero no la esencia. Alguien amable y empático no se transforma en un sociópata. Las dificultades unen a los que luchan juntos por superarlas, no las distancian.  A veces, uno de los dos tira la toalla, o se ve superado por realidades que no sabe gestionar. Cuando se quiere a alguien y se piensa que está equivocado, uno pelea porque se dé cuenta, porque rectifique, no lo deja pasar. Estos son los puntos de partida.

La convivencia es complicada, y más cuando se da en un ámbito tan íntimo como una pareja. Cada uno tiene su forma de hacer las cosas, su propia personalidad. Es un error, querer cambiar al otro. Que se convierta en un clon nuestro. Que piense y actúe como nosotros. O que termine comportándose como desearíamos que lo haga. Una relación de pareja no se cimienta en el chantaje y el sometimiento, sino en relaciones de colaboración y complicidad.

El psicólogo Ángel Rull publicó en El Periódico de Cataluña un artículo muy interesante en el que explicaba como las parejas surgen y se desarrollan en un entorno social en movimiento. Las relaciones de pareja evolucionan a lo largo de la historia. No tenemos el mismo concepto de pareja nosotros, del que podían tener nuestros padres o nuestros abuelos. Sin embargo, hay una tendencia a copiar modelos, bien del pasado, o de otra referencia, sin partir de que las circunstancias de la pareja son distintas. Si bien, podríamos decir que cada pareja es un fenómeno particular, en casi todos los conflictos de pareja se dan rasgos comunes.

Falta de comunicación.

Es la base de gran parte de los problemas que surgen en las parejas. No se trata de comentar una noticia, ni un programa de televisión que habéis visto, ni de pasároslo bien cuando salís juntos. Se trata de decirle al otro aquellas cosas que os molestan. De poner límites. De dejar claro qué reacciones no aceptas. Hay que hacer un esfuerzo por separar las cosas triviales de las que son realmente importantes. Ser empáticos, colocarse en la piel del otro.

Hay que aprender a resolver las diferencias con el diálogo, de forma civilizada. No sois enemigos. Podéis tener vuestros roces, pero no son insalvables.

Es bueno comentar a vuestra compañera o compañero vuestros anhelos, vuestras preocupaciones, y que él lo haga contigo. No hace falta que los compartáis al 100%, pero sí que los comprendáis. Vuestro compañero debe ser vuestro principal apoyo.

Sentimiento de propiedad.

La sociedad en la que vivimos está basada en la propiedad privada de objetos. “Tanto tienes, tanto vales.” Es probable que no estemos de acuerdo con ello, pero lo hemos escuchado infinidad de veces. Tenemos una casa, un coche, una mascota y decidimos sobre ellos. De forma inconsciente esta concepción la aplicamos a las relaciones personales. Tendemos a decidir sobre la vida de las personas que están a nuestro lado. De proyectar sobre ellos nuestros deseos y de indicarles que es lo que deben o no deben hacer. Lo hacemos con nuestros hijos y con nuestras parejas. A veces de forma más explícita y otras, velada, con distintos grados de intensidad.

Los celos obedecen a este pensamiento. Son una reacción a propiedades personales que creemos que se escapan de nuestro control. Pensar que son un reflejo del amor, es una idea que abre las puertas a aceptar otras reacciones inaceptables que puedan aparecer. Debemos partir de que nadie es propiedad de nadie, y de que el amor es una unión libre entre personas. Solo así podremos controlar este sentimiento.

Falta de tiempo juntos.

Las relaciones humanas hay que cultivarlas. Esto implica dedicar tiempo y calidad de tiempo. Cuando empieza una pareja, los dos quieren pasar juntos el máximo de tiempo. Se hacen llamadas y se envían mensajes para indicar que están allí. Más tarde estas reacciones se relajan. Cada uno tiene su espacio. Hay que reservar un tiempo para los dos. Momentos dedicados en exclusiva al otro, en el que se fomente la relación de pareja, no de padres si tienen hijos en común, o de socios si se tienen un negocio familiar.

En este aspecto, las relaciones sexuales son importantes, pero no lo único. Es bueno que se hagan planes, escapadas para los dos, que practiquen aquellas actividades que les gustan y les unen. Y que se planteen proyectos conjuntos, sin detrimento de aquellos proyectos personales que tiene cada uno. Esto requiere un esfuerzo por ambas partes. Si pensamos que una amistad se va perdiendo cuando llevamos mucho tiempo sin ver a nuestros amigos, cuanto más si una relación de pareja la dejamos enfriar.

Sobrepasar límites.

Hay veces en que tratamos de forma injusta a nuestra pareja, lo justificamos por la intensidad del momento. Algunas de estas reacciones son inadmisibles. Insultos, faltas de respeto, gritos, amenazas, chantajes. Cuando aparecen hay que cortarlas de raíz. No admitirlas, ninguna situación lo justifica. Hay que ser firmes y persistentes, por si vuelven a aparecer. Si tu pareja te quiere, se dará cuenta de lo que ha hecho e intentará controlarse la próxima vez.

Si las comprendemos les damos más fuerza. Son el primer paso para instaurar relaciones tóxicas, que van envenenando a la pareja, extendiendo la desconfianza y el malestar. Aumentan la tensión e inducen, a la primera de cambio, a sustituir el diálogo por la discusión. Reacciones altamente adictivas, ya que ante una provocación lo más sencillo es responder con otra aún mayor. Es importante que al menos uno de los dos mantenga la calma y el sentido común. Que cuando se tranquilicen los ánimos intente reconducir las aguas, o al menos no dejarse arrastrar.

Es importante explicitar estos límites en la pareja. Frenarlos cuando aparecen, no entrando al trapo. De lo contrario, se corre el riesgo de entrar en un callejón cerrado, en el que cuanto más tiempo permanezcamos, más difícil será salir de él.

Terapia de pareja.

La terapia de pareja es un proceso, dirigido por un psicólogo o psicoterapeuta especializado, cuyo objetivo es dotar a los miembros de la pareja a adquirir habilidades para resolver por sí mismos sus conflictos; o en el caso de que no sea posible, que puedan tomar decisiones sobre el futuro de su relación de una forma meditada.

El psicólogo no es un mago que con su barita va a enmendar una relación rota. Es un profesional, que desde fuera, sin ser parte del conflicto, y valiéndose de conocimientos y técnicas psicológicas va a dirigir el proceso. Intentando que los miembros de la pareja se hagan conscientes de sus actos y puedan tomar decisiones que no estén nubladas por sentimientos y patrones negativos. Vanessa Sanz, profesional que dirige un gabinete psicológico en Valladolid, afirma que en la terapia de pareja se crea un ambiente de refugio donde ambas partes pueden expresar sus sentimientos y necesidades en un ambiente seguro y controlado.

Las primeras sesiones van dirigidas a recoger información. ¿Cómo se manifiestan los problemas en la pareja? ¿Cuándo aparecieron las primeras manifestaciones?, ¿cómo se han ido desarrollando?, ¿por qué se mantiene esa conducta?, ¿por qué no son capaces de resolver la situación?

En las sesiones siguientes se emplean las técnicas psicológicas que mejor se adaptan a las peculiaridades de la pareja, ofreciendo un tratamiento personalizado. En ellas, los dos miembros van adquiriendo habilidades para afrontar y resolver las dificultades. Se hace hincapié en la comunicación, fundamental para que uno pueda reconocerse individualmente y para educar en escuchar al otro. Se indaga en cómo se armó emocionalmente cada miembro y en cómo percibe que debe ser la relación con el otro, y se educa en la inteligencia emocional, capacidad para gestionar las emociones.

La finalidad de la terapia es fortalecer la relación en un ambiente seguro presidido por la amistad, la intimidad y el placer de crear una nueva historia de amor. Ayudando a eliminar los pensamientos negativos y las actuaciones nocivas, e intentando rescatar aquellos elementos emocionales que unen a la pareja.

Los problemas de pareja afectan a todos los ámbitos de nuestra vida. Nos influyen de tal manera que nos es difícil desconectar. Afecta a nuestra concentración y eficacia en el trabajo y a nuestra relación con los demás. Se van formando con el tiempo por pensamientos y errores que hemos cometido. Nos pueden arrastrar a una situación complicada. Gracias a la ayuda profesional de psicólogos especializados podremos salir de ella.